Texto Bíblico:
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Apocalipsis 21:4-5)
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.” (Apocalipsis 21:4-5)
Mensaje de Dios para nuestras vidas:
El mundo en el vivimos actualmente es un
lugar convulsionado, lleno de pesares, tristezas, dolor, lágrimas. Muchas veces
nos preguntamos ¿Hasta cuándo será así? ¿Cambiará todo esto alguna vez? La
respuesta nos llega de la Palabra de Dios y es esta: Sí, todo cambiará, y el
mundo tal y como lo conocemos en este momento, un día será diferente porque
Dios intervendrá para cambiarlo.
Dios hará tierra y cielo nuevos, la Biblia
dice: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los
cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos,
y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas
estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y
piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día
de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán! Pero nosotros esperamos, según
sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia." (2da.
de Pedro 3:10-13)
Y ya no habrá más sufrimiento, ni dolor, ni
tristeza; Dios mismo enjugará nuestras lágrimas; nuestros cuerpos serán
transformados para no ver muerte nunca más, y esto por la gracia y misericordia
de nuestro Señor Jesucristo, quien en la cruz del calvario venció al diablo, al
pecado, al mundo, a la carne, a la muerte y al infierno. Y nos dio potestad de
ser hechos hijos de Dios. ¡Gracias Señor Jesús por tu bondad!
Resta que nosotros, estando vivos aún porque
Dios así lo quiere, nos preparemos en santidad, sin la cual nadie verá al
Señor, es decir que verdaderamente nos arrepintamos de nuestros pecados y nos
apartemos de ellos, y solo así podremos decir con toda seguridad y confianza:
Sí, ven señor Jesús, soy parte de tu iglesia que te espera. Amén. ¡Aleluya!
¡Gloria a Dios!
Oremos a Dios:
Padre
que estás en los cielos, te adoramos porque Tú eres digno, gracias Señor por
tus promesas, sabemos que son palabras fieles y verdaderas que se cumplirán,
ayúdanos para estar listos y contemplar la tierra y el cielo nuevos, en el
nombre poderoso de Jesús. Amén.
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