Texto Bíblico:
“Dios es nuestro amparo
y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no
temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón
del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de
su braveza.” (Salmos 46:1-3)
Mensaje de Dios para
nuestra vida:
Muchas veces, durante
nuestra vida nos sentimos atribulados, en situaciones que para nosotros son muy
difíciles y desesperantes. No vemos por ningún lado un sitio por donde salir;
consideramos que ya no hay esperanza para nosotros. La situación empeora
cuando, incluso las personas cercanas en las que confiamos, no nos ayudan y
hasta nos desalientan.
Luchamos en secreto por
seguir caminando y salir adelante, pero todo es sombrío cuando la tribulación
llega a nuestra vida. ¿Qué hacer entonces? ¿A dónde ir? ¿A quién acudir? En la
Biblia hallamos la respuesta a todas esas interrogantes.
En primer lugar nos dice
que Dios es nuestro amparo. Dicha palabra significa brindar resguardo y
protección a una persona. Quiere decir entonces que nosotros estamos al cuidado
de Dios y Él velará por nostros en todo momento, sin importar las
circunstancias de nuestro entorno. ¡Qué bueno que sea así! Así que lo que
tenemos que hacer es creer y confiar en el amparo de Dios.
En segundo lugar, la
Biblia también afirma que Dios es nuestra fortaleza. Esto nos da a
entender que Dios nos da la capacidad sostenernos, resistir o soportar algo. Si
tenemos fe en Dios, Él será nuestra fortaleza y podremos mantenernos en pie, ya
que nada podrá derribarnos, sin importar el tamaño de la dificultad que
afrontemos. ¡Aleluya!
Y en tercer lugar, la
Sagrada Escritura nos indica que Dios es nuestro pronto auxilio. Que no es otra
cosa sino, la ayuda que se da en una situación de peligro o necesidad. Nuestro
Señor Todopoderoso está siempre pendiente de nosotros, y cuando estamos en
peligro o necesitando ayuda, Él acudirá a nuestro rescate, pero esto es algo
que debemos creer con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con toda
nuestra alma. Con fe es como agradamos a Dios.
Aunque la tierra
tiemble, aunque se muevan los montes a las profundidades del mar, y aunque el sol no brille más, en Dios debemos
seguir creyendo y confiando, porque Él nunca nos desamparará. En sus manos
seguros estamos y nadie nos puede arrebatar. Así como decía el salmista David,
digamos también nosotros: No temeremos, aunque andemos en valle de sombra de
muerte, porque Dios está de nuestro lado, y su vara y su cayado nos infunden
aliento. ¡Gloria al Señor!
Oremos a Dios:
Padre, digno eres de
recibir la honra y la gloria. Hemos aprendido a través de tu palabra, que tú nos
amparas, nos fortaleces y nos auxilias, así que confiados y seguros podemos
estar en ti, no debemos temer, porque eres más grande que cualquiera de
nuestros problemas y tribulaciones, de los cuales, si confiamos en ti, siempre
saldremos airosos, en el nombre poderoso de Jesús. Amén.